patrimonio, arte, identidad, arte, cultura, arte, desarrollo.

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viernes, 22 de julio de 2011

La Quinta Heeren


Un rincón mittleuropeo en Barrios Altos.

Es muy dificil que los turistas, y hasta los limeños, decidan de dar un paseo por las callejuelas de Barrios Altos, Centro de Lima. En realidad, es exactamente en este barrio que se encuentran algunas de las casonas más antiguas y hermosas de la ciudad, ya que el barrio fue construido entre el 1700 y 1800. Una de las obras arquitectónicas más conocidas y a la vez más olvidada, es la Quinta Heeren, ubicada en Jirón Junin 1201.

En 1874, el ingeniero alemán Oscar Heeren, después de navegar por años en los mares asiáticos, llegó a Lima con el título de Cónsul General del Perú en Tokio.
En este entonces, la vida ciudadana se desarrollaba en el centro de la ciudad, alrededor de la plaza de Armas. Barrios Altos era la periferia de la ciudad, y ahí se encontraban todavía vastas áreas verdes. Por esto, esta zona fue elegida por Heeren para construir un conjunto habitacional, tomando a inspiración el estilo arquitectónico de su patria. La quinta fue cerrada con rejas de hierro, las casas principales ubicadas alrededor de un parque, y las calles sembradas con árboles y plantas: el espacio perfecto para encontrar una serenidad más propia a la campiña, sin dejar la ciudad. En 1888 se inauguró así la “Quinta Heeren”. La estructura funcional, la cercanía con los palacios administrativos y al contempo la tranquilidad de la quinta, llamaron la atención a las embajadas de Japón, Bélgica, Alemania, Francia y Estados Unidos, que entre 1890 y 1930 se alojaron ahí.

Definitivamente la Quinta Heeren no gozó de buena suerte; un famoso empresario japonés se suicidó ahí en los primeros del ‘900, y empezaron a circular leyendas sobre almas penando. Un terremoto sacudió violentamente el centro de la ciudad, y la expansión de Lima continuó rápidamente. Los barrios ricos empezaron a ser otros, y las embajadas, los diplomáticos y las importantes personalidades que ahí vivían se mudaron en otros lugares. La quinta perdió así su rol de escenario en la vida poítica y cultural de la ciudad, y lentamente empezó a degradarse.

Al momento, solo las casas alrededor de la plaza principal quedan en condiciones decorosas, mientras que la mayoría de las casitas ubicadas en las calles laterales esperan el derrumbe o ya no existen.

Es raro hoy en día pasear por ahí; Entre sus edificios y callecitas, dispuestos alrededor del todavía hermoso jardín, se tiene la sensación de pasear por un rincón desconocido de Praga, o Vienna. Las estatuas de marmol, los jarrones y los techos abovedados de las casas, testigos del antiguo lujo, participan al espejismo.

En 1998 y en 2006, el World Monuments Fund agregó la Quinta Heeren a su Watch List, definiendola una “ciudad fantasma victoriana”. La UNESCO también consideró la quinta como “patrimonio a riesgo” y la municipalidad intentó varias veces promover su restauro y rehabilitación.

Definitvamente, su ubicación es desfavorecedora: Barrios Altos es considerado “zona roja”, y no muy a menudo conquista el interés de medios y gente común. Las varias bellezas arquitectónicas de Jirón Junín se encuentran así menospreciadas por la mala fama del barrio.

Las autoridades competentes tendrían que plantearse un proyecto no solo de restauro, sino también de revaluación del entero Barrio, o por lo menos del Jirón, que podría facilmente quedar al alcanze de los turistas y de quién a menudo pasea por el centro de la ciudad. La Quinta Heeren, joya austro-hungárica perdida en el centro de Lima, podría ser el perfecto punto de partida para la rehabilitación de Barrios Altos.

miércoles, 13 de julio de 2011

San Andrés: Historia antigua y recién del primer hospital peruano.


Paseando por el centro de Lima nadie podría adivinar que, detrás de la anónima fachada de jión Huallaga 846, se esconde el primer hospital de Sudamérica: el hospital San Andrés, para indios pobres.

Su loquería llamó la atención de generaciones de estudiosos; hombres y mujeres de escasos recursos y con problemas psíquicos esperaban el saneamiento milagroso o la muerte encerrados en el patio principal del hospital, y a menudo amarrados a las columnas de marmol, usadas como estratégia de contención. La medicina de la época todavía no poseía los recursos para cuidar de las enfermedades mentales, y encerrar los pacientes en las “loquerías” era considerada una solución válida.

El San Andés fue teatro de eventos fundamentales: según el jesuita José de Acosta, en esto hospital fueron llevadas las momias de los reyes incas, para ser estudiadas y enterradas, y en 1811 la universidad de San Marcos, la primera de America Latina, decidió de abrir aquí su facultad de medicina. A comienzo de 1900 la estructura fue transformada en el colegio Oscar Miró Quesada. Fue en este entonces que el inmueble fue fracionado. De los 10 mil m2 originales quedaron intactos solo 5mil m2, que se adaptaron para el colegio, mientras los otros fueron cedidos a privados ciudadanos. Al cierre del colegio el edificio del San Andrés quedó vacío, y su administración pasó a la Sociedad de Beneficiencia de Lima Metropolitana (SBLM).

En 2001 y 2005 los estudiosos de varias universidades volvieron a entrar en el San Andrés, para buscar rasgos de las momias incaicas, gracias al financiamiento de la Universidad de Chicago. Lamentablemente, no obstante se encontraron rastros de entierros subterráneos, los fondos fueron insuficientes para llevar a cabo la investigación, y los arqueólogos dejaron el antiguo hospital, que quedó abandonado hasta el 2010 cuando los estudiosos regresaron, con un nuevo financiamiento. Esta vez pero los arqueólogos se encontraron frente a un escenario inesperado: los antiguos pisos de adoquines habían sido cubiertos de cemento, las paredes pintadas de blanco, y varias partes de la estructura original habían sido transformadas sin ningún respecto por las reglas patrimoniales vigentes.

No obstante la negativa del SBLM, se descubrieron documentos y cartas notariales atestiguando que la sociedad había alquilado los locales del San Andrés a privados, que tenían la intención de convertir el antiguo hospital en una galería comercial. De hecho, el patio loquerío ya había sido ocupado por los comerciantes que lo estaban utilizando como almacen, y los trabajos de “restauración” habían empezado a oscuras de la alcaldía.

Cuando las autoridades competentes llegaron al hospital, alertadas por los estudiosos, pudieron solo certificar que varios de los espacios del antiguo hospital habían ya sido ocupados por ambulantes. El INC – Instituto Nacional de Cultura – prometió una investigación cuidadosa para identificar los culpables y una sucesiva acción penal. La SMBL continua declarando su inocencia.

En realidad, estas situacciones tendrían que ser prevenidas, no enfrentadas; hace años las facultades de medicina de las universidades peruanas y los estudiososo de arqueología piden una intervención para restaurar el hospital y adaptarlo a las exigencias actuales. Se propuso fundar, en los pocos patios y cuartos todavía intactos un museo de medicina. Se pidió también continuar las excavaciones para confirmar la presencia de las momias de los incas, sepultadas debajo de la antigua estructura virreinal.

Sin embargo, no obstante los hipotéticos proyectos y las solicitudes al INC y al alcaldía, fue necesario esperar un acontecimiento tan grave para empezar a preguntarse de veras como organizar la puesta en valor del antiguo hospital de San Andres.

domingo, 10 de julio de 2011

Urgente: las casonas olvidadas del centro de Lima.


En la zona de Barrios Altos las casas antiguas, declaradas patrimonio nacional, peligran al borde del derrumbe.

Desde Junio de 2006 el WMF, una de las entidades más influyentes en preservación del patrimonio artístico, incluyó en su “Watch List” el centro historico de Lima, como lugar historico amenazado. Después de 4 años, el centro de Lima queda en la lista roja.

En estos últimos tiempos en la zona alrededor de la plaza de Armas ha recibido más atención; el aflujo de turistas en la zona mencionada presionó en parte las autoridades, que empezaron el desarrollo de proyectos importantes como la restauración la plaza San Martin o el rescate del teatro Municipal. Si los monumentos históricos están recibiendo atención, es verdad también que las casonas abandonadas del centro son las que continuan quedándose en su deplorable situacción. Se calcula que solo en el centro de Lima son más de 300 las viviendas tugurizadas. Esto era el caso de la casa de las Columnas, ubicada a pocos metros de la Plaza de Armas, en la cuadra tres del jirón Conde de Superunda, cercado de Lima.

El convento de “Nuestra Señora del Rosario” fue construido a medianos de 1500 por los dominicos, cerca de la iglesia mayor de la orden. Tomó su nombre de las columnas que adornan los dos patios alrededor de los cuales se abrían las celdas de los dominicos, hoy casas privadas. Si la iglesia siempre se preservó, el convento fue antes abandonado, después ocupado y poco a poco se convirtió en una de las 300 viviendas tugurizadas del centro. En 2009 los habitantes de la casa decidieron pedir ayuda a las autoridades, para restaurar la casa. En un primer momento se movieron los artistas, en particular los estudiantes de Bellas Artes, organizando exposiciones en el patio principal. Esta inciativa captó la atención de algunos periodicos nacionales, y la situacción de la casona colonial se dio finalmente a conocer. Pronto intervino el WMF, financiando un proyecto de la ONG Cidap para la restauración. Cabe mencionar que la Casa de las Columnas fue declarada patrimonio nacional en 1972, y patrimonio cultural de la humanidad por la UNESCO en 1991. Sin embargo, hasta el 2009 y gracias a la iniciativa privada de los habitantes, nunca se habían desarrollados proyectos para evitar el derrumbe de esta importante casona, que aloja 53 familias. También es importante puntualizar que el caso de la Casa de las Columnas es, hasta ahora, el primero y único caso de inmueble patrimonial recuperado con fines de vivienda en el centro historico.

Sin embargo, si la Casa de las Columnas, por su posición tan cercana a la plaza de Armas, llamó la atención de los medios y de las asociaciones indicadas, otras viviendas privadas no tuvieron la misma suerte: esto es el caso del callejon “El buque”, de la quinta “Rincón del Prado” y de la quinta “Baselli”.

Barrios Altos, ubicado en el mismo centro de Lima, y residencia de artistas, intelectuales, hombres políticos, embajadores y diplomaticos de antaño, conserva todavía impresionates vestigios de sus épocas de esplendor pasado. Sin embargo es ahora considerado “Zona roja”, barrio peligroso, y queda afuera de los recorridos cotidianos y turísticos del centro. Sin embargo, las viviendas, casonas, plazas, quintas y monumentos que todavía quedan en Barrios Altos, y que son altísimo ejemplo de la arquitectura limeña virreinal y reciente, tendrían que recibir más atenciones por parte de los medios y de las autoridades competentes.

Tres ejemplos de este difundido estado de abandono de Barrios Altos son los de la quinta Rincón del Prado, de la quinta Baselli y del callejón El Buque.

Definitivamente, el reconocimiento como inmueble historico y patrimonio de la nación no sirvió a la quinta Rincón del Prado, una casona colonial entre jirón Huamalies y Manuel Prado. EL Virrey del Perú Manuel Amat y Juniet la construyó en 1762 como residencia de su amante, la Perricholi. No obstante el exterior totalmente en ruina, conserva en su interior la capilla, el teatrín colonial, parte de los frescos y de los marmoles que adornaban la casona, costruida en perfecto estilo afrancesado. Al momento es dejada en el olvido, y no es posible visitar el interior.

En el 1800, en calle Suspiro, se construyó el callejón “el Buque” un edificio de adobe y quincha de tres pisos, único ejemplo que queda en Lima de esto tipo de construcciones. Fue vivienda de importantes intelectuales de todas las épocas y se volvió particularmente conocida entre los años ’50 y ’70; ahí llegaban todos lo cantantes criollos de Barrios Altos, para armar fiestas que duraban varios días. Se cuenta que también la “Morena de Oro de Perú”, Lucha Reyes, cantó ahí en las fiestas que organizaban los vecinos. La corrosión, la incuria y el paso del tiempo hicieron colapsar algunas partes del segundo y casi enteramente el tercer piso; en el interior del edificio quedan ahora pisos peligrantes y escaleras que terminan en el vacío. En 1988 el Buque fue declarado patrimonio de la nación, y en 1991 Patrimonio de la Humanidad. Últimamente el periodico "La Republica" reportó que los vecinos del callejón estaban buscando ayuda para restaurar el inmueble. Con el fin de preservar el callejón fundaron una asociación para recaudar los fondos necesarios.

Y a proposito de Lucha Reyes, también la casona de Jirón Ancash donde la cantante vivía, construida en 1700 y declarada patrimonio del Perú en 1972 es ahora en total estado de abandono. Los balcones coloniales, los dos patios, las columnas de madera donde paseaba la morena de oro del Perú se están lentamente derrumbando, frente a los ojos de los residentes que intentan, con sus escasos recursos, mantener en pie la casona, de valor no solo artístico sino también sentimental.

Situacción similar vive la quinta Baselli, antigua colonia de italianos, ubicada en Jirón Junin. No obstante los esfuerzos de los habitantes de la quinta, la mayoría propietarios, y la declaración de Patrimonio por parte de la UNESCO, la quinta Baselli todavía no fue reconocida como inmueble historico por parte de las autoridades nacionales, y los vecinos no gozan entonces de los privilegios ni de las posibles facilitaciones para la restauración del inmueble.

Definitivamente, proyectos de revaluación del patrimonio estudiados, pensados, y aplicados en Barrios Altos no solo tendrían un fin artístico, sino también podrían ayudar al desarrollo general del barrio. La quinta Heeren, quinta muy conocida en Jirón Junin, ex vivienda de embajadores, empresarios e intelectuales, no obstante sus buenas condiciones estructurales es escasamente incluida en los recorridos de extranjeros y peruanos; la fama de zona peligrosa asusta los turistas que se mantienen lejos de Barrios Altos. Cuidar el patrimonio podría desarrollar el turismo y reducir también la delinquencia.Hay muchos más ejemplo de lo que está pasando en el centro Lima; la situacción es sin embargo deplorable. Se calcula que son más de 30 mil las viviendas tugurizadas en el centro de Lima, y es una cifra que crece cada año. Muchas de las casonas han sido declaradas patrimonio nacional y hasta patrimonio de la humanidad. No obstante esto, muchas de las casas y quintas de zonas como Barrios Altos o el Rimac han sido olvidadas por las autoridades competentes. No obstante algunos trabajos puntuales de puesta en valor, el trabajo que queda para hacer es todavía inmenso, y el derrumbe aumenta más rapidamente que los proyectos desarrollados.

lunes, 15 de marzo de 2010

El desborde de los ríos y el caso Machu Picchu


Machu Picchu es sin embargo el es sitio arqueológico más visitado e internacionalmente conocido de Perú. Construido como residencia de descanso del Inca Pachacútec, a finales de 1400 fue posiblemente utilizado también como santuario religioso. Gracias a la obra maestra de arquitectura que los Incas llevaron a cabo, Machu Picchu ha entrado en el imaginario colectivo como uno de los sitios arqueológicos más importantes del mundo y en 1983 fue inscrito en la Lista del Patrimonio de la Umanidad de la Unesco.
Sin embargo el interés mundial por la ciudadela no tuvo un impacto solo positivo. Si por un lado acreció la economía peruana implementando el mercado turístico, el exuberante número de visitadores es fuente de preocupación para las organizaciones internacionales. Para el Fundo Mundial para los Monumentos (WMF) Machu Picchu es uno de los 93 sitios arqueológicos en peligro, y requiere ayuda urgente si se quiere garantizar su preservación. Según el informe de la organización los andenes y las estructuras de piedra se están volviendo vulnerables por el permanente número de visitadores. Además, la urbanización creciente de las areas cercanas, en particular del pueblo de Aguas Calientes, impacta negativamente el ecosistema autóctono. El documento del WFM señala que, no obstante se haya declarado la necesidad de un manejo integrado y sostenible en favor del lugar y de las comunidades adiacentes, todavía no se han logrado acciones planeadas y resolutivas de los problemas.
Estas declaraciones fueron desmentidas por el jefe del Instituto Nacional de Cultura del Cuzco: “Machu Picchu no se encuentra en la lista de patrimonio en riesgo del Unesco. Además, desde 2005 se está trabajando a un Plan de Conservación. La afluencia de turistas al sitio es de 2500 visitantes por día, lo que no pone en peligro la conservación” declaró.
Sin embargo lo sucedido en Enero hace reflexionar. A causa de las frecuentes lluvias, y del desborde de un río, las vías de acceso a la ciudadela incaica se cortaron, y centenares de turistas quedaron bloqueados entre el sitio arqueológico y Aguas Calientes. Los visitadores fueron después rescatados en elicoptero, y el govierno peruano se encontró con daños que amontan a más de 700 milliones de soles en pérdidas. El desborde del río planteó un problema fundamental; Machu Picchu solo cuenta con una vía de acceso y una de evacuación: la linea ferroviaria del Ferrocarril Transandino S.A. Sin embargo esto no suficientes para manejar un tráfico turístico de 2.500 visitadores diarios.
Si afortunadamente las lluvias no dañaron el sitio arqueológico, el problema del tránsito y de las vías de acceso es real. Aquí el factor económico juega un rol fundamental; solo una compañía tiene el monopolio del tren que desde Cuzco lleva los turistas a Machu Picchu. Diversificando el tráfico se diversificaría también la economía, con la perdida de monopolio por parte del la compañía. Otra de las opciones es construir un teleférico hacia la ciudadela, con impacto ambiental mínimo.
Las discusiones son todavía abiertas, alrededor del tema Machu Picchu, mientras que en Cuzco la población trata de recuperarse de las perdidas subidas por el desborde de los ríos.

miércoles, 27 de enero de 2010

De la recuperación de Casa Rosell-Ríos de Barranco



Gracias a los trabajos de resturación de CasaCor, la casona recuperó su esplendor original.

CasaCor es una exposición de decoración, diseño, paisajismo y arquitectura, que tuvo su incio in Brasil hace veinte años. Ahora se lleva a cabo en catorce ciudades de America Latina, y son catorce años que también el Perú acoge la exposición. Gracias a su visión de responsabilidad social, Casa Cor cada año se encarga de tomar un local limeño y restaurarlo, con el apoyo de profesionales locales y entidades privadas. Después del restauro, los decoradores toman los distintos espacios y los ambientan como cuartos de casas o de oficinas, para enseñar sus trabajos a los visitadores.

Este año Casa Cor decidió proceder a la restauración de la casa Rosell-Ríos, en uno de los más tipicos barrios limeños: Barranco. Construido en los primeros años de 1900 como centro de veraneo para distinguidas familias limeñas, el barrio surgió a las orillas del Pacífico. La familia Ríos escogió Barranco como lugar de vacaciones, y Juan Esteban Ríos encargó la construcción de la casa al arquitecto francés H. Ratouin. Los trabajos empezaron en 1909 y terminaron en 1912.

Casa Rosell-Ríos posee indudablemente un arquitectura ecléctica; presenta decoraciones típicas victorianas, influencias art-noveau, rococó y neoclásicas y también elementos del arquitectura típica pre-hispánica, como representaciones del mar, de los peces, los incas, el sol y la luna. Ya en 1912, año de conclusión de los trabajos, la casa se había convertido en ícono barranquino.
Es una casa imponente, ubicada en una de las calles mayores de Barranco. Pintada en colores brillantes, su planta principale es sobrelevada y se accede a ella a través de dos grandes escaleras semicirculares en mármol que llevan a una terraza dominada por una cúpula decorada. Casa Rosell-Ríos es la única en Barranco a tener este tipo de entradas en U con galerías. La casa tiene 42 ambientes y un metraje aproximado de 2.200 metros cuadrados y ha sido construida con los materiales típicos de esa época como adobe, madera e ladrillo; por eso, resistió varios terremotos.
A la muerte del señor Juan Esteban Ríos, la casa pasó en mano de sus cinco hijos, que empezaron con el pasar de los años a dividirla en partes siempre más pequeñas. En la decada de los setenta la casa fue alquilada para oficina, y en 1972 fue declarada monumento histórico de la Nación. No obstante su importancia formal, la casona fue abandonada del todo y cerrada en 1980. Los pocos vigilantes encargados de la seguridad de la casa poco pudieron hacer contro los vándalos que se divirtieron a escribir sobre los muros de la casa y romper los vidrios de inspiración art-noveau.
Cuando los trabajos empezaron, en el mes de Agosto de 2009, el restaurador y arquitecto Aldo Létrora Carrera aseguró que las condiciones estructurales estaban en condiciones decentes, pero que sus acabados se habían deteriorado con el tiempo y la humedad. Se contactaron por esto algunos arquitectos experton en el trabajo con yeso, que lograron también recuperar la cúpula, totalmente destruida. Uno de los principales objetivos de los decoradores fue mantener la estructura arquitectónica de la casa y restaurar los frescos y adornos rococó adheridos a las paredes de sus salones principales y techos. También se les pidió a los diseñadores que respetaran el medio ambiente y presenten propuestas de objetos decorativos con materiales reciclados.
Además de contribuir con el patrimonio barranquino, Casa Cor donó el dinero recaudado por la exhibición al Centro Anna Sullivan del Perú, que educa más de 400 niños y jóvenes especiales.

viernes, 15 de enero de 2010

Juli, La pequeña Roma de América


En la ciudad de Juli, a orillas del lago Titicaca, cuatro iglesias coloniales esperan un rescate turístico.

El lago Titicaca es uno de los destinos turísticos más visitados del Perú. A pocos kilómetros de ahí, y olvidados por los visitadores, otros pequeños pueblos merecerían atención. En particular Juli, que gracias a sus hermosas iglesias coloniales mereció el apodo de “Pequeña Roma de América”.
En 1548 los dominicos llegaron a Juli y para mejor evangelizar, y edificaron tres iglesias: San Pedro Mártir, La Asunción y San Juan de Letrán. En 1579 la doctrina pasó a los jesuitas que fundaron la cuarta iglesia, Santa Cruz de Jerusalén.
San Pedro Mártir, donde todavía se celebra misa, domina la plaza principal desde un terraplén. La fachada es sencilla, mientras a mitad de 1600 la torre y la cúpula, fueron adornadas con complicados artesonados por los jesuitas. Al interior de la iglesia se encuentran cuadros y retablos enmarcados en oro y plata.
Los trabajos a La Asunción y San Juan de Letrán fueron empezados por los dominicos y concluidos por los jesuitas. El portal lateral de la iglesia de San Juan, ha sido tallado hermosamente en piedra bruno rojiza. En él columnas, plantas, flores y símbolos precolombinos y católicos se fusionan armoniosamente.
Entre el 1960 y el 1900 las dos iglesias han sido restauradas y transformadas en museos, donde se pueden apreciar cuadros en estilo barroco latino-americano, y obras del conocido pintos jesuita Bernardo Bitti.
Santa Cruz de Jerusalén fue construida enteramente por jesuitas, entre 1581 y 1582. La portada de esta iglesia es en absoluto asombrosa. Tiene forma de retablo, y su entera superficie es entallada con finísimas decoraciones indígenas y católicas. Al ápice de la fachada, al interior de un sol, aparece el monograma jesuita IHS. El campanario está casi enteramente derrumbado y las condiciones generales de la iglesia son precarias, tanto que esta ha sido cerrada al público.
Afortunadamente logramos visitar el interior. El piso de la iglesia es totalmente cubierto de una espesa capa de guano, y palomas y murciélagos han elegido a vivienda la antigua iglesia colonial. Las puertas del bautisterio y de la sacristía presentan las mismas decoraciones de la fachada. El techo se derrumbó por completo encima al altar, y en lo que queda de la bóveda, se repite el monograma jesuita, pintado en colores vivaces, y rodeado de flores y plantas
Innumerables problemas afectan las iglesias de Juli, declaradas patrimonio cultural de la Nación entre 1959 y 1972. San Pedro, La Asunción y San Juan fueron restauradas en dos ocasiones, mientras Santa Cruz fue dejada en estado de abandono. Informadores de la alcaldía declaran que el fondo destinado al restauro de la iglesia fue utilizado por otras obras. La general falta de interés de las agencias de viajes peruanas, no consiente desarrollar planes de turismo responsable, que podría traer a Juli, junto con los visitadores extranjeros, beneficios a los pobladores.
Se espera que en un futuro, Juli sea puesta en un plan de gestión cultural, que pueda ser apreciada por más personas y que sus hermosas iglesias, en particular la de Santa Cruz, sean preservadas y restauradas como merecen.

Virginia Battisti Delia

domingo, 10 de enero de 2010

Caminando desde Cuzco hasta el mar


El 27 Septiembre 2008 se realizó el lanzamiento de un nuevo e innovador proyecto turístico; la abertura de la ruta que desde la capital incaica llevaba al mar. Este año, posiblemente, la ruta serà abierta a los turistas interesados.

Los incas llamaban su imperio “Tawantinsuyu”, tierra de las cuatro regiones. Fue uno de los imperios más grandes de la antigüedad, llegando a superar en amplitud el romano. Para moverse ágilmente de un lado al otro del imperio, los incas construyeron una inmensa ruta vial, conocida con el nombre de “Capac Ñan, en quechua “Camino Real”.
Los encargados de recorrer las rutas eran los chasquis, mensajeros incaicos, fundamentales para el buen funcionamiento del imperio. Los chasquis eran hombres entrenados desde pequeños a soportar los esfuerzos físicos. Recorrían el Capac Ñan corriendo, y llevando mensajes. Cada cierto tiempo – 10 o 15 kilómetros - se hacían sostituir por otro chasqui. El procedimiento tenía que ser el más rápido posible, y el “sistema de postas” – utilizado además en Europa pero a caballo – era el método que garantizaba más velocidad.
El cronista peruano Inca Garcilaso de la Vega cuenta las asombrosas habilidades de los chasquis; estos mensajeros podían llevar hasta el Inca, en el Cusco, pescado fresco de la costa peruana, recorriendo aproximadamente 600 kilómetros en un día. La ruta preveía cruzar corriendo los 4.000 metros de la cordillera de los Andes. Gracias a la resistencia adquirida, los chasquis lograban en el intento de llevar al Cusco anchovetas, trozos de ballenas, y variedades distintas de pescado local.
Posiblemente inspirados por estos relatos incaicos, tres organizaciones gubernamentales están ahora tratando de desarrollar un nuevo proyecto turístico. La Cámara Regional de Turismo del Cusco, el Plan Copesco y el Instituto Nacional de Cultura, están trabajando al abertura de un nuevo trekking, que se llamará “La Ruta Inca del Pescado”; ya algunos equipos recorrieron la antigua Capac Ñan, para asegurarse la factibilidad.
No obstante que el proyecto se lanzó el 27 de septiembre 2008 solo este año la ruta será abierta oficialmente. Germán Dávalos, director del Plan Copesco, declaró al que todavía se requieren algunos arreglos como la implementación de puntos logísticos, la preparación de zonas de campamento, y la organización del apoyo sanitario.
Las finalidades del proyecto no serían solo lucrativas. El trekking empezaría en el Cusco y terminaría en Puerto Inca, en la región de Arequipa, pasando por la región Apurímac, uno de los departamentos más pobres del Perú.
Apurímac, no obstante su cercanía con el Cusco, solo atrae cada año una cantidad mínima de visitadores. Julio Luque, especialista en turismo, declaró que el proyecto llevará beneficios a más de 20 pueblos apurimeños.
El Ministerio de Turismo Peruano y el Prom-Perú, la agencia turística gubernamental, ya están gestionando planes de desarrollo junto con las municipalidades regionales; un turismo vivencial, cultural y agroecológico sería el adecuado, analizando la características de la región Apurimac.
Esperemos que el proyecto logre consentimiento entre los viajeros que visitan cada año el Perú y que siguiendo el ejemplo de Apurímac, pronto otras regiones como Andahuaylas o Huancavelica podrán aprovechar los beneficios de proyectos de turismo sustentable.

Virginia Battisti Delia